viernes, 17 de julio de 2009

Volver a ver, volver a estar sólo un segundo ...



Las noches frías, sobre las playas de la desolación buscando un sentido amplio sobre éste abismo de nunca acabar sobre el pasado volviendo a renacer.
Ese atardecer perdido bajo el maldito dolor impido de tanta melancolía, en aquel laberinto muy oscuro donde tropezando una vez más me alejo de la impunidad adormecida dentro de mi ser, ya lejos de mi querer. Las voces silenciosas que no son más que un simple sueño sin despertar, intentan poder sonar, y así poder callar las voces de las almas muertas sobre mi costado, sobre mi fiel cuerpo encendido en llamas sin la calma de la libertad. Sin rastros ni huellas, sin camino con regreso, sin su abrazo que despierta mi soñar en cada mañana, tarde y noche que se perdió por el poder del miedo que acoplo y desalojó a los notables amantes que nunca pudieron llegar a la gloria. Dentro de mi mismo, recorriendo las playas en la noche de invierno para así, mirando aquel mar puedo recordar las aguas que un día calmaron, sosteniendo al certeza que la barca no regresa, que los días de la felicidad son más que una utopía efímera posiblemente real.

La copa sobre la mesa de vidrio, linfando una vez más al diablo que respira delante de mí, que me acompaña en la oscuridad de mí ser y tal vez en las ganas de perder. Ese vidrio humedecido, que entristece los latidos ajenos como a los míos, despojando las voces que intentan poder estar al costado pero impidiendo la caricia, la sonrisa y el abrazo. El veneno que dispara sonrisas, tal vez cobardes como abrumadores por el paso del tiempo, por la razón de no querer sentir lo que después vuelve a nacer. Ese camino conduciendo hacia los abismos, donde el salvataje en la noche es una mesa de vidrio, una copa y la soledad; tranquilizando y a su vez aumentando los latidos del corazón para poder sobrevolar el mundo donde ya me perdí y hoy lo quiero volver a tener. Un calor humano se tropieza dentro mío, junto a la calma de la copa por la sed del hombre en llamas que perdido bajo la tiniebla no deja más que una caricia al aire, buscándote entre miles de estrellas y tan solo sin poder verte ni hablarte.

Hoy la noche es aún más fría y el despoje de los sentidos ya forman ríos cercanos, inundándome cada día más en el fondo de un océano vencido.

Volver a ver, volver a estar sólo un segundo y poder saber que todavía hay un rastro dentro de ti donde me pueda encontrar ...

Santiago ...

2 comentarios:

Libre expresion.. dijo...

ni el frio del alcohol puede aliviar el ardor q llevas con sigo
ese dolor q te permite escribir estas cosas tan lindas.. q te arranca tu musculo del lado izquierdo
para robarte ese suspiro de reconsiliacion

te mando un abrazo


fefa

Vergónides de Coock dijo...

Qué caleta ese verbo "linfar", bien ahí. Suerte.