martes, 22 de septiembre de 2009

El límite de tu piel . . .

... (En tus ojos puedo ver, debe ser una señal)

Retiro de mi alma hacia aquel lugar, donde la luna se acomoda sobre mi hombro y de a poco se duerme; en busca de su calma y su temblor desequilibrado en el momento donde las miradas se vuelven a cruzar. El suelo de mi hoguera desaparecido por un instante entrando al cielo estrellado que hace poco vi y que ahora volví a reconocer delante de mis ojos, de mí ser; buscándome entre los abrazos de la humilde reina lastimada y dolida, aturdida y silenciosa como una noche de soledad.
El fuego de su mirada enredada en su brilloso sonrisa donde el resplandor de la luz tenue y permanente de su corazón despreciado en algún momento por un error que no se puede perdonar o quizás en un tiempo no muy lejano el bostezo de la noche sea el que de el paso a poder continuar tomados de la mano sobre el mismo camino que ayer soñaron y que hoy regresa entre interrogantes e incógnitas apropiadas de un pasado envenenado, dolido y aún sin poder abandonar.

El vidrio empañado dentro de una habitación del hotel donde solo las cuatro paredes fueron cómplices de sus risas, encantos y lágrimas; bajo los brazos de las sábanas que tapaban la velada casi primaveral de un invierno por acabar. Ella, buscándose entre el miedo contagiado y él impidiendo que ese momento acabara en un instante para así poder continuar su escala al cielo, donde lo aguardaba el ángel de sus sueños que hacía mucho encontró y aún hoy todavía no olvido. Apretándose los dientes, mordiendo y alejando a las pesadillas de un ayer embrujado por falsas promesas que se fueron transformando en lujurias, encantos y felicidad muy de a poco pudieron volver a verse ahí mismo, donde el silencio se adueña de ambos cuerpos, el galopar se hace más eterno y la felicidad se paraliza solo frente a ellos dos.

La noche se viste de nuevo en aquella cocina donde él tanto la encontró a ella, volviendo a ser parte de sus encantos sobre los platos de sabores cotidianos y rebeldía repleta de sabiduría por dar lo que le robaron sin poder perdonar; pero así, llevándose el recuerdo a la cama de sueños efímeros hoy aún más que nunca despiertos y brindando por ese amor, que solo los dos construyeron y nadie jamás lo podrá derribar. Un bar lleno del licor maldito sobre brindis por reencuentro y placer, abrazos y besos congelados en un volver en busca de lo que ayer vuelve hacer hoy y de lo que jamás se ha podido escapar pese a que el error se paga aún más caro de lo que se llego a pensar, sin culpar, pero llevándose una simple sonrisa en la noche donde la cerveza los vistió a los dos en un jardín repleto de flores primaverales contagiando la dulzura de sus besos sobre mi sutil cuerpo hambriento de amor y así poder más que nada alejar la tristeza que tanto lo ha llevado por el camino del mal.

Vuelve la tarde donde se cruzan las mismas calles y los destinos paralelos son aún más reales lejos de aquel garufa que ayer abordó otro camino y se perdió bajo las llamas del infierno despreciado.
Él la espera, en la mesa de algún bar para poder regresar a donde nunca tenían que haber salido, haciendo un paraje por aquel extraño barrio que tanta nostalgia me da y hoy no soy más que un simple fugitivo que se encapucha por miedo a que lo vean caminar sobre ese hermoso lugar. Esos minutos de miedo y ahogo, en la espera de volver a verla lo más rápido que pueda para así dar regreso y paso a lo que vendría; donde el volver a ver las cuerdas del sonido mágico frente a nuestros rostros volviendo a brillar y entre abrazos, besos y caricias saber que aún este amor tiene vida y por más de caídas que puedan aparecer sus fuertes almas hacen que todo se cubra en palabras alegres y verdaderas para así poder llegar a donde solo los dos quiere, el cielo y nada más.
La noche se volvió a iluminar y en un rato la vida se paralizó delante de todo aquel ahogo que en un pasado apareció y hoy de apoco, muy lentamente se aleja sin el olvido del daño que causa el seguir viviendo lejos de su ser encantador.

Retomo el camino en busca de mi regreso efímero sobre la murga de su encanto, volviendo a buscarla pese al dolor y a las lágrimas de otra despedida pero que está vez será efímero si así lo quieren los dos.
Días de gloria, días que pueden volver a ser realidad buscando e intentando dar el brillo a las estrellas que ansiosas me siguen desvelando cuando aún no estás pero siempre te presentas.

Hasta mañana . . .

Y si acaso no brillara el sol y quedara yo atrapado aquí, no vería la razón de seguir viviendo sin tu amor [Luis A. Spinetta]


Santiago ...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

escribis muy lindo, ya me habia contado algo Anita de tu blog y esta muy bueno. voy a seguir leyendo mas porque me gusto mucho

beso grande :)

Sofía.

Anónimo dijo...

Santi!!!! por favor nunca dejes de escribir, me haces emocionar y al conocerte saber como estas por dentro.

Te quiero loquito

Anita