domingo, 4 de abril de 2010

- Desamparo -

... extraño el tono de su voz (1)

Sobre las calles casi desiertas del pequeño pueblo, atragantado por su oleaje otoñal frente al océano de hermosas playas clandestinas; donde se encuentra el profundo silencio de las voces desaparecidas. La tolerancia del silencio, que se opaca en varios momentos por el sutil ruido del mar y del viento, haciendo así pasar las grises nubes por el cielo desamparado, triste y apagado.
Saliendo desde muy temprano a caminar sobre aquellas calles casi desiertas, con el mate y la semilla que te da la sonrisa momentánea; me sumergí en la playa donde se encuentran los pequeños y efímeros botes que quedan de aquellos pescadores; moviéndose tan de prisa por la corriente de un océano embrujado tratando de como todos los días salir en busca de la presa que los alimenta para así poder sobrellevar el frío otoño e invierno que les espera de ahora en más hasta la vuelta del otro verano.
Con pantalón deportivo y el buzo puesto, llego a esa playa para poder caminar un poco buscando el aire que calma el ardor las heridas, llegando al lugar donde el oleaje pega muy fuerte contra las rocas formando así una espuma pura que queda rodeando las pequeñas y grandes rocas que me dan un poco de asilo, y así poder mirar el mar más de cerca. La corriente que hace pequeños chupones sobre la playa, pero la tinta que sale a recorrer la hoja un poco ya escrita intenta desaparecer los ahogos de mi desolación, de mi celo sin carburar y de mis sueños ya por acabar.
Con el seguimiento de su cuerpo delante mi pensamiento, de su ser que de a poco va despojando toda la bronca acumulada por mucho tiempo por el más pálido momento pasado que no sabe como perdonar; pero con la esperanza por parte mía de mantener un poco aquella llama que aún sigue viva pero con pecas de arena que intentan apagar del todo lo que aún puede seguir.
La ausencia de su voz, caricias y abrazos hacen un hueco en el infierno que no para de arder, llevándose así todo el oleaje de un mar desierto, alejado de toda ciudad imperial, aquel momento donde el pensamiento y el extrañar se hace aún más oscuro y pedante, pero que a su vez lo lleva a estar un poco a su lado pese a la ausencia de todas sus cosas frente a mis ojos humedecidos por la sal de este mar.
Sintiendo el vacío más de cerca y las caricias lejanas, intentando olvidar por un segundo el presente que me gobierna vuelvo a caminar sobre la arena húmeda, donde sobre la orilla del océano veo el final del oleaje pero que al segundo se vuelve a encender sin miedo a lo que pueda pasar; volviendo a buscar el sueño de un ayer en ella e yendo más a fondo de lo que fui antes de comenzar a lastimarla.
Pero aún así sigo, con los ojos humedecidos por extrañar su voz, y con la paz que me da el saber que aún sigue viva dentro y fuera de mi cuerpo, lejos o de cerca se que aún podría estar esperando y esperando.
Mirando hacia todos lados, encuentro un faro ya casi por encenderse y a él me uno para ver la escapada del sol aunque las nubes de la tristeza tapen el hermoso color que se sumerge en él. Pero ahora desde más arriba veo un cielo aún más apagado, ya con la tenue luz que queda del sol y esperando poder ver alguna estrella para saber que su brillo es aún mis ganas de seguir aparece de un segundo a otro, soplando un fuerte viento que despoja las nubes del cielo y ahí la pude ver, ella sola sobre un cielo que solo permite poder ver a ella.
Tan raro es el momento donde al llamar todo se vuelve terco y oscuro, simplificando el amor con los gritos momentáneos que no tienen que estar presentes por más odio y bronca que puedan presenciar ese triste momento.
Las culpas que me llevan a buscar y buscar el perdón de un alma sencilla, intentando sin más argumentos poder volver a estar tan solo un segundo frente a esos ojos parecidos a los de la Vía Láctea y que aún con la pena sobre el rostro pueda acariciar su pelo, su cuerpo y besar los labios que me niegan el volver por el momento, pero que solo su corazón sabe que en el mañana nos volveremos a ver para poder seguir vivos en este mundo que de a poco nos desarma y nos deja sumergido como un barco en el fondo del mar. Rebuscando parte de sus cosas que me siguieron hasta este lugar, miro una vez más la foto y la pongo junto a la orilla del mar. La ola que no la tapa y la espuma que solo la rodea deja la marca de un papel húmedo que luego se secó con el calor del pensamiento continuo que pasa por este lado y seguro que por aquel también pueda que haya pasado.

... será que el último verano se escapó en otro metro,que en este vagón no sale el sol, que ayer no llamaste por teléfono (2)

El triste cielo que no le da lugar a la presencia del sol y el frío aún más intenso que desahoga el triste grito hacia los cuatro vientos que se presentan cada día; liderando la ola de la última partida y del último adiós a las profundidades del cristalino mar ya por apagarse para que pueda volver a retomar la ola del ayer donde sobre ella fui lo que hoy ya no podría ser.
Mirando sin intentar pensar, me cuelgo a ver desde muy al fondo una pequeña barca hundida hace muchos años, pero que solo que la parte superior un poco a la vista desde la costa. Justo en un momento pensé en lo que me estaba pasando, ideándolo desde una manera bastante confusa en un espejo sobre aquel barco, que de a poco se fue hundiendo pero que jamás se pudo hundir del todo.
Extrañando tímidamente aquel cuerpo tibio y transparente que desde hace un tiempo se convirtió en frío y oscuro me envuelvo dentro de mis pensamientos para así tratar de frenar un poco el latido del corazón para así junto al dolor del pecho me puedo escapar hacia otra frontera, hacia otro lugar donde el sueño pueda ser sueño otra vez y que su voz vuelva hacia mi lado con la esperanza de tan solo por un segundo poder volver a ver aquel cuerpo tibio y transparente como lo fue en un ayer pero que hoy, con el miedo en su ser, lo intente cambiar por un segundo conmigo en la imaginación de la desierta playa de Los Botes.-

- Santiago -

1 - NTVG.-
2 - Será - Ismael Serrano.-

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